La Historia de La Esperanza: tradición y triunfo a Caballo

En las verdes parcelas del municipio de Dagua, a solo un breve trayecto desde Cali, se encuentra el centro ecuestre La Esperanza, un nombre que resuena con la promesa de excelencia y la herencia de una pasión que ha trascendido generaciones. Fundado hace quince años por Álvaro Lombana, La Esperanza es más que un criadero de caballos; es el legado viviente de una familia que ha dedicado su vida al noble arte ecuestre.

Álvaro, cuya vida ha estado intrínsecamente ligada a los caballos desde su infancia, comenzó su viaje con un regalo precioso de su abuelo: un caballo de deporte llamado Pielcanela. Este fue el catalizador que encendió su pasión y lo impulsó a competir desde hace más de cinco décadas, comenzando en el prestigioso Club Campestre de Cali. Con esfuerzo y determinación, Álvaro adquirió su primer caballo, y no mucho después, tres más, marcando el inicio de una carrera que lo llevaría a ser un referente en el mundo ecuestre colombiano.

El verdadero punto de inflexión para Álvaro llegó en 1996, cuando adquirió una yegua en Medellín, en el Criadero San Isidro, que había comenzado a seguir y admirar. La yegua, bautizada como “Aceituna de San Isidro”, se convirtió no solo en campeona nacional en 2005, sino también en la matriarca de lo que se convertiría en el criadero La Esperanza. Fue con Aceituna que Álvaro inició su primer proceso de cría, un proyecto que floreció en el clima desafiante de Colombia, un país sin estaciones, pero lleno de posibilidades.

Consciente de la necesidad de un espacio óptimo para la cría, Álvaro trasladó su pasión y su negocio a La Esperanza, donde Aceituna dio a luz a dos potros, iniciando así una nueva era para la familia Lombana. El centro no solo se convirtió en un lugar para la crianza de caballos de alta genética, sino también en un espacio donde la cuarta generación de la familia, representada por su hijo José Miguel, comenzó a dejar su huella.

José Miguel, desde muy joven, mostró un talento natural y una pasión que rivalizaba con la de su padre. Comenzó compitiendo en pony y rápidamente escaló a competiciones nacionales montando a “La Esperanza”, una yegua nacida en el Valle del Cauca, cuyo corazón, como su nombre indica, solo sabía de triunfos. Su transición de categorías infantiles a competencias de mayor envergadura fue nada menos que extraordinaria, destacándose por su rendimiento y destreza.

La yegua La Esperanza, además, continuó la línea de excelencia al dar a luz a Bambina en 2009, una cría que actualmente sigue compitiendo y manteniendo alto el nombre del centro ecuestre.

La Esperanza es más que un lugar; es un testimonio de la pasión, la tradición y la excelencia ecuestre que Álvaro Lombana y su familia han cultivado durante décadas. Cada caballo criado y cada competencia ganada reflejan no solo un legado familiar, sino el espíritu incansable de una pasión que galopa a través del tiempo.